jueves, 25 de septiembre de 2008

reflexión de un día soleado

Lo siento, Donne, pero debo decirte que estás completamente equivocado. Ningún hombre es una isla, sí, pero no porque cada uno es un fragmento del todo. Pero sí, las campanas doblan por mi.
El punto es que cada hombre es un mundo, cada hombre es un planeta.
Podemos tener algún Mercurio, cercano a la energía, más cercano que nadie, pero más muerto que todos. De piedra, un ser humano de piedra.
Podemos tener un Venus, alguien que de lejos se parezca mucho a otro, pero que de cerca, jamás podría confundirse. Alguien eléctrico, y revoltoso.
Porque hoy estaba caminando, y no podía evitar ver de qué forma cada uno vivía en su planeta y nada más que en el suyo. Creo que nadie va a encontrar a alguien que viva en el mismo mundo. Podemos creer que sí, pero en verdad, quizás compartamos la misma órbita, el mismo canal, pero nunca seremos lo mismo.
Y nuestros ojos son como los telescópios, podemos ver a los planetas de lejos, darnos una idea de cómo son, de quiénes son, pero no podemos entender su mundo.
Tampoco nos sirven nuestras manos, el relieve es algo que puede cambiar e incluso lo hace constantemente.
Quizás, (sólo quizás), podemos llegar a la superficie de otro lugar, conocer nuestro alrededor, vivir en él, incluso compartir con él; con la mente. Bingo! ........ no, no te equivoques.
Sabemos que nuestro planeta tiene un núcleo. También sabemos por qué esta compuesto, pero jamás podremos llegar a él. Jamás llegaremos al corazón de alguien, tan profundamente, como para decir que es el mismo.
Por suerte la ley de gravedad siempre nos va a tener cercanos.

perdon, pensé esto mientras caminaba, me olvidé de la mitad de las cosas al escribirlo

1 comentario:

orne dijo...

esas reflexiones tuyas que van mas alla de la propia realidad ...
muy buena.


"¿para que será esta puerta?"
"Lo que pasa es q a la noche...-"
"Chau"