jueves, 25 de septiembre de 2008

en honor a emo

- Buenos días - dijo el zorro.
- Bueno días - respondió cortésmente el principito, que se dió vuelta, pero no vio nada.
- Estoy acá- dijo la voz- bajo el manzano...
- ¿quién eres? - dijo el principito- eres muy lindo...
- soy un zorro - dijo el zorro.
- ven a jugar conmigo - le propuso el pincipito - ¡Estoy triste!...
- no puedo jugar contigo- dijo el zorro.- No estoy domesticado.
- ¡Ah!, perdón - dijo el principito. Pero después de reflexionar agregó: - ¿qué significa "domesticar"?.
- No eres de aquí - dijo el zorro - ¿ qué buscás?.
- Busco a los hombres - dijo el principito- ¿qué significa domesticar?.
- Los hombres - dijo el zorro - tienen fusiles y cazan. Es muy molesto. También tienen gallinas. Es su único interés ¿buscas gallinas?.
No- dijo el principito- busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"?.
- Es una cosa demasiado olvidada - dijo el zorro - significa "crear lazos".
- ¿Crear lazos?.
- Sí - dijo el zorro - Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para tí más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para tí único en el mundo...
- Empiezo a comprender - dijo el principito-. Hay una flor... creo que me ha domesticado.
- Es posible -dijo el zorro-. ¡En la Tierra se ve toda clase de cosas...!
-¡Oh! No es en la tierra - dijo el principito.
El zorro pareció muy intrigado.
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
-No.
-Nada es perfecto -suspiró el zorro.
Pero el zorro volvió a su idea:
-Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
El zorro calló y miró largo tiempo al principito.
- ¡Por favor... domestícame! -dijo.
- Bien lo quisiera- respondió el principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
- Sólo se conocen las cosas que se domestican - dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen los mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo ¡domestícame!
-¿qué hay que hacer? - dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente - respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente volvió el principito.
- Hubiese sido mejor venir a la misma hora- dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser felíz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón...

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