jueves, 8 de agosto de 2013

Hijo del Planeta

Mira la alborada, dijo el rabdomante. Y prestó atención a todo, menos al árbol.

El tiempo no existe en ellos, porque a ellos no les importa el pasado o el porvenir, solo se alimentan de lo que el cielo les brinda en el momento, y hasta el cielo llegarán.

Hubo silencio por varios minuntos. Pero el tiempo nunca pasó.
Sus labios comprendieron sus palabras, ritos de magia creadora. Un surco se abrió en el piso, el camino que ha de seguir. Las tierras son planas para el que no mira el suelo, para quien sabe mirar.
Tu báculo es la estrella que brilla en los ojos que tu exploras. Las galaxias que tu conoces. ¿acaso comprendes tú tu cinemática? pues no importa ya, porque quien te ha cavado lo que es en esta savia tu travesía, te ha obsequiado lo más preciado que un caminante debe apreciar, 315 atardeceres.

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