viernes, 18 de septiembre de 2009

parte 1

me aburro
y te iría a buscar
si supiese dónde estás
si supiese que existís


Una vez me caí de una estrella,
en algo muy raro
blando e inquieto, muy inquieto
pero me gustaba, porque tenía el color de mi cielo azul,
y era suave.
Después me enteré que se llamaba Mar.

Mar y yo nos enamoramos, eramos uno, le daba mis caricias con todo mi cuerpo, le contaba mis cuentos, y me devolvía entonces su melodía, me regalaba castillos, me abrazaba entre las rocas cercanas.

Un día fui a buscarle a Mar un regalo y en el camino un señor me preguntó por qué estaba tan mojado en un día tan frío, y le dije: porque mi amor y yo no le tememos al viento, no es así acaso el amor?. El señor me miró y se le frunció toda la cara, me dijo que más que amor eso era Gripe y Pulmonía y me aconsejó que me secara y me busque otra compañía.

Yo no quería tener Gripe, no sabía qué era eso, pero el frunce en la cara del viejo me dio susto, me separé de mi amor, aunque no supiese bien por qué.

Caminando me encontré con alguien de un color que nunca había visto, muy brillante, y muy abierto, y se movía, y me encantaba. Y me enamoré, y entre mis dedos jugueteaba dulcemente, dócil, mimoso, tierno. Mi húmedo Prado.
Fui a buscarle entonces un regalo, me encontré con una mujer, de aspecto cansado, me miró y se preocupó, pero tú, ¿qué haces tan sucio y embarrado?, dijo.
Es que a mi amor y a mi, nos gusta revolcarnos, es que mi amor y yo, andamos descalzos, no es así acaso el amor ?.
Ella dijo: eso no está bien, tienes que comprarte unos zapatos, tu amor está loco, eso no es amor, es Inmundicia.

Entendí entonces que mi amor, no era de este mundo, yo quería encontrarlo aquí, y lo dejé.

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